vibran leves las cuerdas del alma inundando de luz la habitación azul cerrada
vive en el ojo del caballo cautivo
una espiral incomprensible de pájaros
sedienta como un río seco
vuela en círculos desgastados
la piel del sol permanece
cubierta de mapas
que ha trazado el tiempo
con delicada contundencia
deliberada arritmia la de sus pasos
dispuestas las naves a zarpar
esperan el disparo del cielo
que con su incuestionable razón
reparte entre sus hijos
corazones de papel
en los que la lluvia escribe
con su mano de agua
y su verbo etéreo
historias transparentes como sueños
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